Las nuevas tecnologías, metodologías y distintas aplicaciones han revolucionado el mundo en el que vivimos. Y también el del arte. En este sentido, cada vez son más las opciones que ofrecen máquinas como los drones, por ejemplo, que permiten nuevos formatos y perspectivas a la hora de crear y entender el arte. De momento, parece no tener techo, y su irrupción ha hecho que constantemente se encuentren nuevos proyectos en los que cada vez tienen más peso. Hacemos un repaso de algunos de ellos.
No sólo tienen la ventaja de hacer un trabajo con diferentes alturas sin problemas y al alcance de cualquiera, u ofrecer vistas nuevas, también genera inspiración y puede introducirse en la cultura popular de la sociedad. A este respecto, la empresa japonesa Lapis Semiconductor inventó un drone llamado Orizuru, basado en el ancestral arte origami. Además, para crear a esta grulla, también se utilizó una impresora 3D —en este caso, para el esqueleto con filamentos de nylon—, un ejemplo del trascendente papel que han adquirido las revolucionarias aplicaciones tecnológicas en el arte.
Y seguimos en Japón, esta vez para ver uno de los siempre interesantes trabajos del artista Daito Manabe, compositor, programador, dj y vj, entre otras facetas. En sus diferentes proyectos suele reflexionar sobre el impacto de la tecnología en los cuerpos humanos, influido una vez más por la fascinación que crea el binomio hombre-máquina. En ese sentido, no son pocas las performances que ha preparado, y en lo que respecta a los drones, en el Sónar de 2014 presentó ‘Dance With Drones‘, otro ejemplo en el que entran otros elementos nuevos como la programación y el uso de hardware para impactar al público.
Si desde luego algo queda claro, es que con drones se pueden hacer trabajos realmente espectaculares, como los que hacen los austríacos de Ars Electronica. Han creado lo que llaman spaxels, de space y de pixels, drones capaces de dibujar figuras tridimensionales en el cielo. Una experiencia visual sin igual. Gracias a las instalaciones de LEDs, pueden ejecutar una bonita y llamativa coreografía en el cielo como la que han hecho en diversos espectáculos o celebraciones como Eurovisión.
Y por último, nos centramos también más que en los drones como elemento artístico, en la capacidad que ofrecen de ofrecer otras perspectivas visuales a proyectos de arte, algo que hasta hace unos pocos años sólo estaba al alcance de quien tenía unos medios suficientes. Los drones ofrecen una visión a vista de pájaro que permite contemplar determinadas obras de una forma diferente, más amplia. Hacemos la última parada en Elche para ver lo que aportó esta tecnología al Proyecto Víbora II, consistente en dejar que la sociedad ilicitana y artistas pintaran la ladera del río, como se hizo por primera vez en 1991.